Creía que ya había aprendido a aguantar todo lo insoportable, pero se equivocaba.
Con el pasar de muchos años sus manos y sus dedos habían aprendido a hacer las cosas básicas para sobrevivir, comprar el pan y las verduras , hacer las camas , limpiar el baño, preparar la comida , poner los platos en la mesa , añadir azúcar al café y removerlo.
Ya se incomodaba cada vez menos al oír ciertos tamborileos , y dejó de asombrarse al comprobar que personas que le importaban se apuntaban unos tantos . Si se le clavaron siete puñales al ver ciertas risas , y cien cuchillos más cuando giraban la cabeza para hacerlo .
Despojada ya de todo se hacía la tonta , como si no hubiese visto nada .
Creía que había aprendido a soportarlo todo, pero se equivocaba
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