La última vez que salí dejé las ventanas de casa entreabiertas , y la llave puesta en la cerradura : nada que perder , y quien quisiera llevarse algo no conseguiría más que soledad y trozos de futuro rotos y esparcidos por el suelo.
No tenía nada que perder , salvo los despojos que no interesan a nadie.
La mirada decia que pocas cosas quería , y el rostro un mapa con calles secretas en la oscuridad de la noche .
Tampoco pude ir muy lejos, ni siquiera dar marcha atrás y desandar el camino , me quedé allí con la espalda apoyada contra la pared , encendiendo un cigarrilo y mi corazón muy lejos de mi cuerpo.
Entonces la señora "Soledad" me golpea duro, sabe cuales son mis puntos débiles , es su especialidad, dar donde más duele.
Oleo: Una ventana entreabierta ( Jaime Corregidor)
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